Viajar es siempre algo divertido, y parte de viajar a un lugar tiene que ver con el llegar a ese lugar al que se va, es algo sencillo, se compra un boleto ya sea de avión o de autobús, se llega a la terminal, se aborda y a partir de ese momento podemos descansar, ya que estamos confiados en que el piloto o el chófer nos llevarán a ese lugar donde planeamos ir, ya que compramos un boleto que dice que vamos a ese lugar y porque todo lo que sucedió previo a abordar nos indica que iremos al lugar que planeamos, pero que sucedería si comprásemos un boleto genérico, sin destino, es decir, solo tenemos un boleto que no lleva destino definido, abordaríamos con la misma tranquilidad y haríamos como hacemos cuando sabemos el destino, de solo abordar y descansar, incluso dormir?

Creo que para la mayoría de nosotros ni siquiera consideraríamos el hecho de comprar un boleto así y menos el abordar algún medio de transporte del cual no sabemos su destino, y ya en un caso extremo, si llegáramos a abordarlo, creo que estaríamos pegados de la ventanilla, para saber a donde vamos, no solo esto, sino que estaríamos preguntando minuto a minuto al chófer o a piloto el destino al que vamos, le suena familiar la sensación?

El abandonarse en Dios es algo similar a un viaje, solo que lo hacemos igual que viajar, hay quienes dicen «abandonarse» pero en realidad no se «abandonan» sino que saben específicamente lo que quieren y como es que lo quieren y dicen ponerlo en manos de Dios esperando les de «ese» resultado o respuesta en específico y descansan confiando en El, con la esperanza de despertar y ver la respuesta ahí, tal como la pidieron, estará de acuerdo conmigo que eso es todo menos abandonarse, es mas bien como viajar con boleto a un destino definido, incluso llegando en un tiempo estipulado.

Tanto el viajar, como el abandonarse en Dios, no tiene que ver con nosotros, ni al destino al que vayamos, pocas veces reflexionamos en el hecho de que ambos dependen de quien conduce, es decir, aunque comprásemos un boleto con un destino definido, no nos queda mas que confiar en que quien conduce nos lleve a ese lugar que deseamos ir y no a otro, y si pedimos a Dios algo, no nos queda mas que confiar en que nos lo de, pero que pasa cuando no nos lo da?.

Cuando las cosas que pedimos a Dios, no suceden tal cual las pedimos, hay quienes suelen decir «Dios por algo hace las cosas» y confían que no sucedió porque no quiso, pero eso sería como llegar a la terminal de autobuses o al aeropuerto, abordar y quedarnos dormidos, y al despertar darnos cuenta que jamás abandonamos la terminal o el aeropuerto!, pero como ya transcurrió el tiempo estipulado de viaje, nos bajamos del autobús o avión, y nos quedamos con un simple «por algo el chófer o piloto no nos llevaron a ningún lado», esta usted de acuerdo que no nos conformaríamos con eso?, por el contrario!, reclamaríamos, renegaríamos y pediríamos hablar con cuantas autoridades hubiera en la empresa transportadora para quejarnos y exigir nos llevara a nuestro destino cuanto antes!.

Entonces, si somos capaces de reclamar por no llegar a nuestro destino en un viaje, por que nos conformamos cuando «no pasa nada», con respecto a algo que pedimos a Dios?, por que simplemente nos decimos ‘Dios por algo hace las cosas?.

La respuesta es sencilla, porque no confiamos en el que lleva nuestra jornada y porque tal vez nunca nos subimos al avión de Dios, y por que no nos subimos?, porque nos da desconfianza el no saber a donde vamos, porque no confiamos en el piloto, porque no creemos que El sepa mejor que nosotros a donde debemos ir, por tanto y reflexionando en cuando le pedimos algo y no sucede «nada» es porque a lo mejor pensamos que no sucedió nada y nos quedamos con la mediocre respuesta de que nada sucedió, pero cree usted que Dios va a perder su tiempo, o bien que nos haga perder el nuestro?.

El secreto esta en verdaderamente abandonarnos en Dios, en no ponerle condiciones, en confiarle nuestra vida y en vez de afanarnos por el mañana, el ayer, o peor aún el ahora mismo, nos concentremos en El y descubramos que en verdad El nos lleva de un lugar a otro, solo que por estar afanados no lo vemos y que en realidad hay un propósito en cada si y en cada no, de esa manera nos daremos cuenta de una cosa, importantísima, que no tenemos el control de nuestras vidas y que en realidad nunca lo tuvimos, que solo jugábamos a tenerlo y no hacíamos otra cosa mas que perder nuestro tiempo y jugar a comprar boletos de destinos a los que nunca tuvimos porque ir.

La cita de hoy, expresa en específico lo que hay en mi corazón, la alegría que me lleva al extremo de cantar, de saber que mi viaje pareciera ante los ojos de quien me ve que no lleva destino, pero lo que no saben es que mi destino es eterno, fijado por alguien que si lleva el control y que no solo eso, que adereza mi caminar de amor, misericordia, gracia y favores, que solo podre recibir en mi abandono en sus manos, que aun la angustia es parte de la enseñanza de ese abandono y la experiencia de ese consuelo, distinto al que conocemos, pero mas efectivo a su vez.

Mi invitación de esta mañana es a que medite en esto, cuantas veces ha dicho «abandonarse» en Dios y esperado algo específico, es decir, jamás pensó realmente abandonarse, y por tanto tuvo que conformarse con una respuesta que a lo mejor no era la que usted esperaba, de manera que en esta ocasión tome un tiempo a solas con Dios y le compre un boleto con destino desconocido y confíe en que El le llevará a donde mejor le conviene, donde El le dirá en que estaciones bajar y por cuanto tiempo y a que todas las paradas tienen una explicación y un propósito que le será revelado, donde jamás se quedará con la incógnita, de manera que le provocará ganas de cantar, de danzar y dar gloria y honra a aquel que conduce su vida!

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