Hace un par de días tuve la oportunidad de visitar aun par de amigos en la ciudad de Morelia, además de pasar un buen rato y platicar, me tocó observar que ambos, a pesar de llevar ya un rato (unos meses) viviendo en Morelia, ambos aun conservan su número telefónico de la ciudad de la cual se mudaron, de hecho uno de ellos tiene aun el número de las 2 ciudades anteriores en donde ha vivido, lo cual me causó por un lado cierta gracia y por el otro cierta curiosidad.

Cuando les pregunté sobre el hecho de aun conservar sus números anteriores, me dieron mil explicaciones, las cuales obviamente no eran necesarias, solo dejaron ver lo difícil que les es en realidad el terminar de desapegarse de sus anteriores residencias, como si el dejar de tener un número local en esas ciudades pusiera en riesgo su amistad con los amigos que dejaron ahí o algo similar, de hecho de igual manera me preguntaron si aun conservaba mi número de Cancún (ya que recientemente me mude de allá) a lo que les respondí que no, que una de las cosas que hice inmediatamente fue dar de baja mi número de aquella ciudad una vez que llegué a mi nueva localidad.

Al decir esto, tuve que hacer un alto y reflexionar, ya que por un lado pareciera que no me importaba el cambio de ciudad ni los amigos que dejé en Cancun, pero no es asi, creo que la mayoría de ellos ya tiene mi nuevo número, pero entendí que cada vez que me mudo (ya que lo he hecho varias veces), es mas fácil, ya que ya entendí que cada etapa que vivo, como en cada ciudad en la que vivo es parte del designio de Dios para mi vida y que no puedo quedarme con nada que me mantenga en mi vieja localidad y en mi pasada etapa, ya que corro el riesgo de perderme la nueva etapa, las bendiciones y el propósito que Dios tenga para mi en la nueva etapa, y he aprendido que mis amigos no tienen que ver con el hecho de vivir en una ciudad o en la otra, ya que nuestra amistad trasciende las ciudades y las distancias.

Al entender esto no pude evitar el compararlo con el Reino de los Cielos, ya que una razón muy común por la cual muchas personas no reciben y disfrutan de sus beneficios es porque no terminan de mudarse a ese nuevo Reino una vez que deciden hacer esa confesión de fe y adoptar una nueva vida en Cristo.

El Reino de Dios es un reino radical, el cual no comulga con nuestra antigua manera de vivir, de hecho no nos permite medio vivir en el por mientras decidimos terminar de mudarnos a el, por ello, cuando decidimos hacer de Jesus el Señor y Salvador de nuestras vidas, somos hechos criaturas nuevas, es decir todo nuestro pasado espiritual y de pecado queda borrado, ya ni siquiera tenemos que sentirnos mal o tener culpa por lo que hayamos hecho incluso unos segundos antes de haber tomado la decisión de vida, Jesús por medio de su sangre nos permite terminar con ese pasado y dejamos de tener incluso un número espiritual a donde el pecado que nos acompañaba nos llame y nos recuerde quienes eramos.

Como lo mencionaba, en el Reino de los Cielos entramos limpios y obvio, es nuestro deber el tratar de mantenernos de esa manera, aunque muchos no lo creen ya que su mente aun no esta del todo puesta de acuerdo con su espíritu (el cual reciben cuando hacen«esa oración») y creen que su pasado aun les persigue y aun tiene efectos en su vida actual, cuando no es así, cuando decidimos tener una vida en Cristo y seguir a Jesús, somos hechos criaturas nuevas, todo lo hace El, pero es nuestra parte del trato el renovar nuestra mente y aprender y empezar a pensar como criaturas nuevas que somos y entender que en el Reino de los Cielos las reglas son diferentes, que nuestro pecado fue ya olvidado por Dios y según la Biblia, enviado al fondo del mar.

Muchos se preguntan el porque no terminan de tomar y arrebatar las bendiciones del Reino de los Cielos, y la respuesta es porque así como mis amigos, aun hay una parte de ellos que esta con un pie en su pasada vida o en su pasada etapa y no les permite vivir de lleno en la nueva etapa.

Quiero aclarar que no es que yo juzgue el que mis amigos estén bien o estén mal con respecto a su actitud respecto a sus números celulares, pero creo que es una excelente manera de ejemplificarlo, así como hacen ellos estoy seguro que le será fácil identificar en su vida, cual es esa parte que no le permite vivir plenamente el Reino de los Cielos en esta vida.

En éste comienzo de semana le quiero invitar a que si ya hizo usted su confesión de fe y siente que no vive plenamente los beneficios del Reino de los Cielos, a que rompa con las costumbres, hábitos y pensamientos de su vida previa y si no lo ha hecho aun, le invito a que haga «esa oración» y que experimente el verdadero rompimiento con el pasado, con el pecado y sea hecho una nueva criatura con una nueva dimensión espiritual llena de beneficios y vida eterna.

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