Existen dos maneras de hacer las cosas, con Dios o sin Dios, la primera, como usted lo imagina siempre nos asegura el éxito, la segunda, nos deja en manos de nuestro propio esfuerzo, nuestra suerte y la casualidad, el problema radica en que la mayoría de las veces en las que hacemos las cosas sin Dios, El sale a relucir y posiblemente sea mencionado en el proceso, pero no es parte de ese proceso en realidad y se lo voy a explicar.
Cuando invitamos a Dios a ser parte de cualquier proceso en nuestras vidas, no lo deberíamos invitar con la intención de que El haga, ya que definitivamente El no es nuestro toma pedidos, tampoco lo podemos invitar a que El decida, ya que su palabra sería falsa y no se cumpliría el hecho de que respeta nuestro libre albedrío, y no lo deberíamos invitar para ver «si El quiere» que sucedan, ya que para lo único que nos serviría es para que le echemos la culpa en caso de que no sucediese como planeábamos.
Si hacemos a Dios parte de nuestra vida y nuestros procesos, entonces al igual que sucede en nuestra vida terrenal, lo que hacemos es que le damos oportunidad de opinar y para ello tenemos que tener la paz y la serenidad para escuchar su voz y su opinión, y que podamos seguir adelante sin tener que equivocarnos.
En el Reino de los Cielos no existen tales cosas como los fracasos, no existen tales cosas como las equivocaciones, tampoco existen las malas decisiones, en el Reino de los Cielos, la oraciones son respondidas más rápido que el relámpago dice la palabra de Dios, ya que asi esta dicho por El, Dios es un Dios de excelencia y habita en un lugar de excelencia, cuando hacemos las cosas con El involucrado, las cosas SIEMPRE salen bien.
La cita de hoy no solo me gusta, sino que me anima, ya que es una promesa y una garantía de éxito para cualquier cosa que emprendamos, y si nos apoyamos en la palabra de Dios para ello y escuchamos la voz y la opinión de Dios en cada cosa que emprendamos, hacemos las modificaciones y ajustes de nuestra idea original de acuerdo a lo que El nos dicte, no habrá manera de que nos vaya mal, por el contrario, las personas cercanas a nosotros nos preguntarán asombradas por nuestro éxito y la gracia de Dios que reflejamos.
Hace algunos días le escribía acerca de que somos embajadores del Reino de los Cielos en el lugar en donde estamos, no importa a donde vayamos, asi debemos de hacer, de manera que esos beneficios, de ese lugar del cual venimos nos acompañen siempre y siempre tengamos éxito.
Una cosa le puedo asegurar, el «si Dios quiere» no existe, con el respeto de quienes lo usan, es una manera mediocre de no orar, de no buscar su voluntad y invitarle a participar en nuestras vidas, también el «a lo mejor Dios así lo quiso» es un engaño de Satanás, ya que le aseguro por experiencia propia, que Dios jamás le dejará con dudas, siempre hay una explicación y un porqué de las cosas, junto con ello una edificación y un consuelo.
Esta mañana y este fin de semana le quiero invitar a reflexionar acerca de si verdaderamente actúa y vive en el Reino de los Cielos, o si por el contrario, llama a la casualidad como la voluntad de Dios, asegure que sus pasos sean en el Reino y no en otro lugar para que asi como lo promete la cita de hoy vaya siempre en triunfo en Cristo.