Tuve hace un tiempo un jefe que solía decir: «mal de muchos, consuelo de tontos», y recuerdo perfectamente que desde que me lo dijo directamente a mi por primera ocasión, me marcó y me dejó en claro que lo que esperaba de mi no era lo que veía en todas las demás personas, sino que realmente era capaz de hacer las cosas con excelencia, y desde ese día tome la decisión de hacerlo de esa manera, aun no puedo decir que todo lo hago con excelencia o que todo lo que digo esta respaldado por mis hechos, pero le garantizo que mis oraciones y mis esfuerzos están orientados hacia que así sea en todos los aspectos de mi vida.
El porqué tomé esta cita como referencia para el devocional de hoy es precisamente porque normalmente nos cuesta mucho trabajo el perseverar y perseguir la excelencia, la consistencia y la disciplina en las cosas de Dios, muy probablemente se deba a que de principio no vemos las cosas de Dios; y como no las vemos, no las entendemos, por ello, tratamos siempre de justificarnos y escudarnos en otras personas y sus acciones cuando por algún motivo nos sentimos exhibidos en nuestra relación con Dios, en algo que debería de ser parte de nuestra vida diaria o nuestra rutina o simplemente en algo que nosotros mismos sabemos que podemos dar mas y no lo hemos hecho.
Este fin de semana pasado uno de los temas que estuvo de constante en mis pláticas fue el de que debemos de conocer y entender el Reino de Dios y si lo nota es algo que Dios ha estado queriendo incluir en los devocionales de las últimas semanas, y ¿sabe porqué?, es muy sencillo, ya que solo de esa manera podremos vivir como verdaderos hijos de Dios y solo así podremos verle cara a cara en su próxima venida.
Cuando hablo de el conocimiento del Reino de Dios, creo que es importante antes que otra cosa, el reconocer que somos y venimos de ese Reino y que tenemos una naturaleza divina y no de este mundo que nos permite diferenciarnos de este mundo y de sus limitaciones, pero es cuando queremos creer y entender que somos de este mundo y encima de eso creer que Dios es como nosotros que nos podemos dar cuenta que estamos completamente equivocados.
En el Reino de Dios hay paz, pero no hay tranquilidad precisamente, pero hay paz, es decir, las cosas en aquel lugar no son como las pitan los que no conocen, no hay ángeles sentados en una nube tocando el arpa y admirando la grandeza de Dios, por el contrario, allá las cosas suceden con violencia y no me refiero a la violencia que solemos ver en los diarios y en la televisión, sino violencia de quienes no se conforman con lo que sus ojos ven y sus mentes alcanzan a discernir y entender sino que entienden su naturaleza y hacen uso de los dones y beneficios espirituales de su naturaleza.
Y aunque sabemos y nos queda mas que claro que Satanás es el príncipe de este mundo, sabemos que este mundo esta derrotado de la manera que lo vemos y entendemos, ya que sus efectos de derrota, de sufrimiento e incertidumbre solo es para aquellos que no creen o no quieren creer.
En esta mañana le quiero invitar a que pase mas tiempo expuesto a la luz, tanto en presencia de Dios como en la lectura de su palabra, deje que le sea revelado y afirmado en su corazón, en su cartera y todo lo que usted es, que le sea revelado que lo que les pasa a muchos no es lo que le pasa a usted ya que usted es diferente porque viene de un lugar diferente, en el cual pasan cosas excelentes que vienen de un Dios excelente para sus hijos que le imitan y toman ventaja de su naturaleza divina.