Una de las cosas que mas disfruto es aprender a entender el corazón de Dios y su motivación de hacer las cosas de una manera y de la otra, es decir, Dios nunca nos deja con la duda de nada y es su anhelo que entendamos el porque de las cosas para que podamos así de esa manera segur haciendo lo que esta dentro de su voluntad y aun superarlo o entender el verdadero sentido y efecto del pecado para que lo dejemos de hacer y no lo cometamos jamás de nuevo en nuestra vida.
Dios nos amo desde que nos creo, incluso creo que nos amo antes de crearnos y por ello planeo la cruz desde antes de hacerlo, por que lo hacia?, sencillo, sabia que nos crearía con una naturaleza imperfecta, que se equivocaría y cometería errores, pero en la que se podría gloriar al derramar sobre ella su misericordia y su gracia.
Dios siempre supo que Adán y Eva se equivocarían, y sabía el efecto que tendría su pecado, que hasta el día de hoy nazcamos muertos en espíritu, pero desde ese dia nos dio la opción de la salvación y el regreso a la vida eterna, solo que al alejarnos de su presencia y nacer sin ese espíritu que se comunica con El, nos perderíamos de ese entendimiento de su reino, por tanto una vez que el hombre estuvo en la tierra, y una vez que vio que su corazón se corrompía, Dios envió la ley, la cual es la medida, es el parámetro que mide ese bien y ese mal que el hombre decidió entender al comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal.
En otras palabras, Adán y Eva fueron creados inocentes, sin entender lo que era el bien y el mal, ya que vivían en el amor de Dios todo el tiempo en el edén, pero al tomar del árbol, pasaron 2 cosas, conocieron el bien y el mal y murieron en espíritu, es decir, fueron dejados a su propio entendimiento, ya que con su acto dejaron claro que prefirieron juzgar por ellos mismos que confiar en Dios y que El decidiera lo que era bueno y malo y seguir viviendo en bendición.
Una vez en la tierra, Adán y Eva hicieron lo mismo que hacemos usted y yo, empezaron a vivir según si propio entendimiento y su propia opinión, y empezaron a decir a lo bueno malo y a lo malo bueno, y su alma se corrompía cada vez mas según pasaban las generaciones, de manera que Dios decidió darle al hombre una ley, para que por ella se rigiera y que entendiera que por mucho que el hombre opinara de una o de otra manera, el pecado no solo les haría permanecer muertos en espíritu, sino que también les condenaría a muerte eterna, de manera que el pecado abundó aun mas, ya que ahora había un entendimiento del pecado y junto con este vino el sentimiento de la condenación.
Hoy por hoy es muy común que las personas se sientan condenadas o culpables al entender que hay pecado en sus vidas y hay 2 maneras de asimilar esto y se las quiero compartir:
La primera es la mas común, entenderse pecadores, sentirse culpables o condenados, interiormente arrepentirse, prometer no hacerlo mas, muy probablemente pedir perdón a Dios y aguantar hasta que la naturaleza humana débil nos lleve de nuevo al pecado.
La segunda, reconocerse pecadores, llevarlo delante de Cristo, entender que no hay nada que como seres humanos podamos hacer en contra del pecado, pero ya que estamos delante de Cristo, entender que aun ese pecado del cual no tenemos dominio para dejar de cometer ya hubo un precio pagado en la cruz y que el puro hecho de reconocerlo en intimidad cara a cara delante de Dios recibimos ese efecto y nos permite volver a caminar libres de la culpa y lo mas importante del efecto de ese pecado, que no es necesario que hagamos mandas ni actos de arrepentimiento o penitencia para que ese pecado sea borrado, el puro efecto de la presencia de Cristo lo borra y lo hace para siempre.
La cita de hoy nos deja claro esto, Dios en su infinito amor nos dejo una ley, para que por esa ley nos reconozcamos pecadores y cuando en nuestra naturaleza reconozcamos el pecado y no podamos mas, sin entenderlo, solo recibirlo, seamos perdonados y por medio de su gracia, no solo recibamos perdón, sino los beneficios de estar en le presencia de Dios y vivamos una vida como verdaderos hijos y herederos del Reino de los Cielos.