Hace unas semanas escribía acerca de las almas secuestradas, de cómo nuestra alma puede tener toda la intención de estar en presencia de Dios, mas no lo logra, ya que nuestros corazones le pertenecen a algo o a alguien mas que desafortunadamente no es Dios.
Ayer venia manejando de regreso a casa tras un fin de semana largo en compañía de buenos amigos, y durante ese tiempo prometí a Arturo que escucharía un disco con una platica que me recomendó y vaya que esto contento de haberle hecho caso ya que me fue de gran bendición y le quiero compartir de ello.
Como lo sabemos nuestra alma es donde se concentran nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, por mientras el espíritu lo obtenemos al hacer a Jesús el Señor y salvador de nuestras vidas y es aquel que nos da la capacidad verdadera de comunicarnos con Dios, el problema es que somos seres almáticos, es decir, normalmente nos encontramos dominados por nuestra alma y no por nuestro espíritu, es decir, nos cuesta mucho trabajo el cederle el control a Dios sobre nuestras vidas y por mas que lo intentamos en ocasiones nos es difícil.
Una de las razones de esto que le platico es porque nuestra alma esta acostumbrada a hacerlo así, es decir, solemos guiarnos por lo que pensamos y por lo que sentimos (wow que peligroso) y no por lo que Dios habla a nosotros, primero porque no estamos acostumbrados a escuchar la voz de Dios, y segundo porque cuando la llegamos a escuchar no estamos acostumbrados a obedecerla.
Esto que le cuento no es malo y no es algo que le condene a la eternidad en otro lado que no sea la presencia de Dios, afortunadamente Dios sabe lo que pasa en usted y sabe como es que usted funciona, a fin de cuentas es El quien nos creó, quien mejor para conocernos, no lo cree?, por ello mismo Dios nos dejo su palabra, esta llena de vida y verdad, no nos da tiempo ni espacio a equivocarnos y menos a interpretarla a «nuestra manera».
Una de las cosas que mas suele repetir la Biblia es la instrucción a que la palabra de Dios y las alabanzas a El, estén de continuo en nuestra boca, ya que así, nuestra alma se acostumbrara a reconocer esa presencia de Dios y le será mas fácil menguar, para que nuestro espíritu crezca y de mayor paso al dominio de Dios en nuestras vidas, es decir en palabras mas aterrizadas, tenemos que dar mensajes claros a nuestra alma, en pocas palabras, la tenemos que educar, ya que por años ha estado siendo adiestrada con canciones, dichos, creencias y leyendas con entendimiento de hombres, pero solo siendo ministrada y adiestrada por palabra de Dios, se hará sensible a la presencia de Dios.
Las alabanzas no son otra cosa que cánticos a Dios, pero tienen una característica especial, están fundamentadas en la palabra de Dios, y esto agrada a Dios, están llenas de verdad que nos hace reconocer y reflejar la luz admirable de Dios, de manera que si dejamos de cantar canciones sin un sentido y objetivo especifico, edificante y de vida, y hacemos como nos enseña el salmista, nuestra alma será dominada por el espíritu de Dios y dará paso a la verdadera bendición.
Con esto no quiero darle un toque religioso a este asunto, ni asegurar que la música que se escucha de los artistas y sus contenidos sean malos (obvio, habrá que juzgar eso por el contenido de sus textos y compararlos a la palabra de Dios), sino que tenemos que reconocer la función y la influencia que tiene nuestra alma y si no la adiestramos adecuadamente, corremos el riesgo de que esta permanezca secuestrada.