En los pasados días ha sido algo difícil ver algo en las noticias en México que no sea acerca de las inundaciones, prácticamente todo el sureste esta bajo agua a razón de los huracanes y tormentas tropicales que han azotado la región.

En mi navegar por las ciudades a lo largo de mi carrera me ha tocado estar en diferentes desastres naturales, algunos similares y otros diferentes, pero siempre me ha llamado la atención que fenómenos como las inundaciones por lo general les suceden a personas que viven en zonas marginadas, no planeadas y por lo general sin sistema pluvial, pero el general de las ciudades salen hasta cierto punto «bien libradas», pero ayer hubo algo que llamo mi atención, en el noticiero hablaban de una ciudad donde no era la primera vez donde el agua hacia de las suyas este año, sino además no había habido casa o edificio que no hubiera sido afectado por la situación, es decir, toda la ciudad esta bajo agua y no hubo casa o edificio que pudiera salir bien librado.

Cuando pensé en ello, le tengo que confesar que sentí frustración, ya que por lo general dentro de la misma ciudad, las autoridades suelen establecer albergues y refugios, pero en una ciudad como la que le menciono, eso fue mas que imposible, y veía con interés las imágenes en el televisor de aquella tierra plana en la cual no había ni un cerro, ni una loma o una piedra siquiera sobre la cual apoyarse, ¿que frustrante no?.

De camino a la oficina, meditaba sobre ello y pensaba en el mundo a mi alrededor, hoy en día donde todos buscan la igualdad, en la que todos hablan de los derechos que tenemos pero pocos estamos interesado en nuestras obligaciones, es exactamente como la escena de esta mañana, nos convertimos en un lugar susceptible a la visita de nuestro enemigo, en la cual puede atacar nuestra vida y hacer como una inundación, con cosas que parecen frescas e inocentes como lo es el agua, y sin darnos cuenta, tomar control sobre nuestra vida e inundarla de cosas que no son agradables a Dios, ni buenas a nosotros, la igualdad hace que la vida parezca plana y que las piedras o pequeños montículos que nos salven de ahogarnos o mojarnos como mínimo desaparezcan.

Dios no nos prometió una vida tranquila, pero nos prometió paz y la diferencia radica en que la tranquilidad depende de nuestro entorno, pero la paz emana de nosotros cuando permitimos que Dios ponga esa paz en nuestra vida, por tanto, Dios no nos prometió no tener problemas, sino que nos promete pasar por ellos con un corazón lleno de paz y sabiduría donde nada nos mueva o nos haga dudar de quienes somos y a donde vamos.

Cristo es como una piedra en medio de la inundación, es decir, el agua nos rodeara, pero si nos ponemos de pie sobre esa roca que es Jesús y que no es temporal, sino todo lo contrario, sino es eterna, nos hará primeramente estar secos en medio de una situación desolada y difícil, segundo, nos permitirá tener una mejor visión de la situación debido a la posición privilegiada que tenemos, por lo que podremos tener paz por medio de tener una visión mas amplia de la situación.

Mi invitación en este día es a que haga de Jesús su roca, cimenté sobre El su casa, su matrimonio, su trabajo y asegúrese que no importa en que lugar este usted, la omnipresencia de Dios le alcanzara, si usted lo permite.

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