No sé si a usted le pase, pero aun hay cosas en mi vida que tengo que superar y me escudo largamente en que están en manos de Dios, mas en realidad no hago mucho por pasar por ellas ni superarlas, ¿le suena familiar?
En realidad lo que nos detiene a superar algunas cosas, pareciera flojera, o apatía pero muchas veces es temor, el temor de tener que enfrentarnos con nosotros mismos, el temor de tener que enfrentarnos con Dios y tener que reconocer que no hemos hecho nada al respecto y que lejos de evitar esta situación en ocasiones somos nosotros mismos quienes la propiciamos, por tanto este sentimiento se va convirtiendo en un temor el cual nos mantiene atados e inmóviles, es decir dejamos de darnos cuenta cuando dejamos de hacer algo por temor y cuando no lo hacemos por el simple hecho de que estamos inmovilizados.
La cita de hoy nos habla de eso, nos dice que aquellos que se dejan dominar, se dejan atar a sí mismos, mas el que confía en Dios será puesto en libertad y en un lugar de reconocimiento.
Confiar en Dios significa muchas cosas, significa primeramente el hacer lo correcto, aun cuando no lo entendamos, hace un par de días hablaba con Karina una amiga de monterrey, que está a punto de hacer un cambio que en lo físico no podría significar gran cosa, pero en lo espiritual puede tener un gran impacto en la vida de ella y de su familia, cuando platicamos me comentaba que sentía un temor y una intranquilidad, cuando hablamos por teléfono le hable sobre la bendición que hay en los principios de autoridad (esto referente al cambio que hará) inmediatamente note como su ánimo cambio a un sentir de gran libertad y tranquilidad, el puro hecho de saber cómo actuar y hacerlo de manera correcta nos da paz.
Sé que usted al igual que yo tiene situaciones en su vida por las cuales sabemos que tarde o temprano tenemos que pasar, pero que no hemos querido por temor y que nos tienen atados, al grado que a veces pareciera que ya nos acostumbramos a esta inmovilidad en este sentido de nuestras vidas; Mi invitación esta mañana, es a que así como estoy yo aprendiendo a hacer cada día, usted tome la decisión de verdaderamente confiar en Dios, buscar en su palabra que es lo que dice al respecto de lo que estamos pasando y lo llevemos a cabo.
A Dios no le agrada avergonzar a sus hijos, pues no denotaría su personalidad de misericordia y gracia, por el contrario, tenemos un Dios excelente, por tanto tiene hijos de excelencia, solo que es nuestro deber el comportarnos como sus hijos y tomarle como Padre, confiando en El.