Por mi trabajo, por mis amistades y por los correos que recibo de muchos de los casi 12,000 lectores de estas líneas diarias me he podido percatar que existen muchos tipos de cargas que solemos llevar, mas me he dado cuenta que una de las cargas más duras y que mas desgastan nuestra alma y nuestro espíritu es la falta de perdón.
La falta de perdón es un sentimiento que carcome y que nos aleja del segundo mandamiento más importante que nos dejo Cristo: amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos.
Cristo vino a ser ejemplo, dejo su naturaleza de Dios y tomo nuestra naturaleza de hombre (en la carne) y nos demostró que tenemos la capacidad de perdonar, nos demostró que no importaba cuanto pudiéramos hacer en contra de nuestros hermanos, siempre seriamos merecedores de perdón, de igual manera, no importa cuánto nuestro hermano haga en contra nuestra, también él es merecedor de nuestro perdón.
Solemos ver el pecado en los demás y lo juzgamos, pero cuando se trata de nosotros, siempre existe una justificación, siempre tratamos de hacer que nuestro error o nuestra falta no se vea tan grande y tratamos que los demás lo vean de la misma manera, ¿por qué no tratamos a aquellos que nos ofenden de la misma manera?, ¿Por qué tenemos que ver su falta y tratar de hacerla más grande? ¿Acaso ganamos algo jugando a ser víctimas?.
El perdón es una de las más grandes expresiones del amor, aquel que no es capaz de perdonar, no es que no sea capaz de amar, pero no será como el amor que Dios nos ha enseñado que tiene para con nosotros y que espera que nosotros abriguemos en nuestro corazón (1Cor 13).
Por qué no decide este día ser libre y descansar de esa carga tan pesada que arrastra, ame y demuéstrelo perdonando, le aseguro que extraña a esa persona que le ofendió, sea libre de sentimientos que le alejan de su propósito para con Dios.