La mayoría de las veces que oramos, tenemos una serie de peticiones y necesidades enfocadas en nosotros mismos, lo que necesitamos, lo que nos falta, lo que queremos que sea quitado de nuestras vidas, lo que quisiéramos y lo que no quisiéramos, mas nos olvidamos de que la oración fue puesta ahí para que estemos en comunicación con Dios, no solamente para pedirle para nosotros, sino para darle gloria, honra y lo mas importante, para llegar al siguiente nivel y poder usar esta comunicación con Dios para hacer misericordia por otros.
Hay personas que no se acercan a Dios pues sienten que Dios les reclamara o les llamara la atención debido a la condición de sus corazones, y creen que deben de esperar un tiempo, cambiar esas actitudes y después con un corazón limpio poder regresar delante del Dios todo poderoso, olvidando que lo que el Padre no vino por justos, sino por pecadores para que sean justificados por medio de su sangre.
El ejemplo esta en la cita del día de hoy, la historia completa la puede encontrar en Mateo 8:5-13, el Centurión, quien era romano y tenia una fe basada en las creencias idolatras de su pueblo tenia un ciervo Judío quien estaba postrado en cama, este siervo le había comentado de el Dios Vivo quien es todo poderoso y de Jesús quien era su hijo venido a este mundo y que tenia el poder de los cielos en su mano. El Centurión sabia que la única solución que había era acudir a Jesús para pedirle sanara a su ciervo, mas no tenia tiempo para convertirse al judaísmo y tener un corazón conforme al de Dios para poder ir a Jesús, por tanto simplemente se dirigió a El y le pidió sanidad para el ciervo, al grado que le dijo «no es necesario que vayas, solo declara la sanidad y este será sano».
Por la fe del Centurión podemos entender que nuestra fe tiene alcances mas allá de nosotros y de lo natural y que si oramos con la certeza de que Dios nos escucha y que nuestra oración va de acuerdo con el corazón de Dios, recibiremos respuesta inmediata y no tenemos siquiera que esperar a que pasen cosas o tiempos, cuando decidimos tener un corazón de justicia, entonces nuestra fe tiene alcances inimaginables.