A lo largo de mi caminar por la vida he encontrado mucha gente con la cual he tenido buenas relaciones, pero al pensar en cuantos de ellos son mis amigos o bien de cuantos de ellos soy su amigo, tuve que hacer un momento en meditar sobre ello.
La cita de hoy nos habla de que al igual que la lima, el amigo nos afila, es decir, nos ayuda a que se nos quiten las orillas ásperas y nos ayuda a estar listos para la acción.
Un amigo no es aquel con el que reímos mucho, sino aquel que se toma un tiempo para corregirnos cuando hacemos o decimos algo mal, aquel que se toma el tiempo para darnos un consejo, aquel que nos llama no solo cuando hay motivo de fiesta, sino por el puro hecho de bendecirnos, un amigo es el que celebra nuestro éxito sin envidia.
Entre mas cualidades o características escribo, mi lista se reduce aun mas, pero le puedo decir con un gran gusto que aun cuento a varios dentro de ello, pero si pone atención a la lista anterior, cada una de estas características las tiene Cristo, ya que es quien nos puso el ejemplo del amor fraternal.
Hoy le invito a que si en alguna ocasión rechazo a alguna persona que pretendía afilarle, le busque y le reconozca como su verdadero amigo.
¡Que Dios le de la virtud de ser como la lima cada día!