¿Alguna vez se ha sentido indigno delante de Dios? ¿alguna vez ha dejado de asistir a la iglesia o a algún grupo por sentirse impuro delante de El?.
Lo maravilloso de tener un Dios como el nuestro, es que El desde antes de la creación de éste mundo ya sabia que tenía que morir por amor por nosotros, resucitar al 3er día y derramar su sangre por nuestra maldad.
¿Que quiere decir esto?, en nuestra relación diaria con nuestro Dios, las cosas son diferentes que en las relaciones con nuestros semejantes, Dios no nos va a estar reclamando de constante nuestro pecado ni nos lo estará echando en cara cada vez que nos veamos con El, por el contrario, una vez que llegamos con un corazón contrito y humillado delante de El y con el propósito de no volver a pecar, El perdona nuestro pecado y lo cubre con su sangre y no vuelve la vista atrás.
Hay personas que aseguran tener la habilidad de perdonar pero no de olvidar; para que el perdón sea efectivo, el olvido de la transgresión tiene que ir implícita.
Le invito a que cada vez que vaya usted delante de Dios y le pida por perdón, pídale también la capacidad de perdonarse a si mismo y olvidar el pecado, no solo el que cometió sino también la capacidad de pecar.
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