Salmos 101:3

No quiero poner los ojos en la maldad que me rodea. No quiero nada con los desobedientes.

David era un hombre con un corazon conforme al de Dios y sabia exactamente lo que tenia que hacer para mantenerse en santidad, se dice que los ojos son la ventana del alma y en ella se generan nuestros pensamientos y sentimientos, mas si no cuidamos lo que entra por esta ventana, nuestra alma se puede corromper, pervertir y no se alarme pero por sencillo e inocente que parezca recuerde que es con nuestra alma con la que decidimos amar al Dios que nos amo primero.

Dios requiere lo primero y lo mejor de nosotros no se permita amarle con un alma corrompida.

 

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