Tener paz es algo que todos queremos, pero también algo que no todos entendemos y considero en mi personal opinión que es por eso que no la recibimos, pues no tenemos del todo claro cómo es que Dios tiene la intención de bendecirnos y de cómo es que nos dará paz.
Como lo he comentado en muchas ocasiones en estas líneas, la paz es muy diferente a la tranquilidad, pues la tranquilidad es la ausencia de problemas, mientras que la paz es la certeza y la confianza en que Dios tiene el control de nuestras vidas, aún cuando las cosas pintan color de hormiga ó el panorama no se ve nada prometedor y le quiero hablar un poco acerca de ello si me lo permite.
La paz tiene que ver con una promesa, tiene que ver con un objetivo y tiene que ver con el tener claro qué es lo que Dios nos ha dicho, por ejemplo en el capítulo 8 del evangelio de Mateo, se describe cómo es que Yeshúa (Jesús) instruye a sus discípulos y les dice, crucemos del otro lado y todos suben a una barca, de pronto la baca es embestida por una tormenta y todos entran en pánico, pero resulta que Yeshúa (Jesús) duerme plácidamente, uno de los discípulos le despierta y le dice “sálvanos que nos ahogamos”, Yeshúa (Jesús) se levanta pacientemente y habla a los vientos y calma la tormenta.
En realidad Yeshúa (Jesús) no estaba ahí para calmar la tormenta, Él siempre hablaba en futuro, pues tenía una visión acerca del futuro y cuando dijo “crucemos del otro lado” es porque ciertamente así sucedería y eso era todo lo importante para tener en cuenta, no se necesitaba más, sin embargo los discípulos decidieron primeramente ignorar la instrucción y más importante aún, pasar por alto con quien es que iban, el Hijo de Dios en persona!
Esto quiere decir, a veces nos sucederá que la economía puede escasear, que las cosas cosas se pueden poner difíciles, que incluso pudiera llegar enfermedad a nuestras vidas, que el mundo nos acose y nos persiga, pero la diferencia será marcada por la visión que tengamos y el rumbo hacia el que caminemos, si ponemos los ojos en la promesa y en la instrucción por parte de Dios, tendremos paz, pues nos será más que claro que no importa por lo que pasemos, tendremos como objetivo el llegar al otro lado, de modo que tendremos paz, es decir, la certeza y la confianza que Dios tiene el control.
Ahora bien, hay dos maneras de caminar en la vida, con Dios y sin Dios, y si, sé que muchas personas dicen que saben que Dios está con ellas y que está en todos lados, pero no es lo mismo estar en todos lados a caminar con el mismo rumbo y tener una meta y un objetivo en conjunto, espero poderme explicar con esto.
En otras palabras, podemos caminar por la vida y echar mano de la presencia de Dios cada vez que queramos ó necesitemos, ó bien, podemos caminar de la mano de Dios con un rumbo hacia un propósito, lo ha pensado?, yo lo entiendo de esta manera, Enoc fue un hombre que amaba a Dios y era evidente en su vida, pero hubo un día tomó una decisión importante, decidió caminar con Dios, es decir en la misma dirección, con el mismo rumbo, al mismo ritmo y con el mismo objetivo, de modo que le fue evitada la muerte, pues al ritmo de Dios no hay muerte en la vida de nadie y describe la Biblia que Dios se lo llevó en un torbellino.
En muchas ocasiones experimentamos angustia y miedo a causa de nuestro ritmo personal, a nuestro aletargamiento, a que caminamos tan lento que los problemas nos alcanzan y nos abruman, por eso pedimos tranquilidad, pues esta lleva el mismo ritmo que nosotros, sin embargo la paz es un regalo para aquellos que han decidido caminar con Dios, no hay manera de que la puedan provocar, pues es un regalo, pero tampoco la podemos percibir a menos que llevemos el ritmo de Dios, pues éste nos ha prometido paz, pero para ello debemos de pasar por problemas, tribulación y en ocasiones un poco de incertidumbre, hasta que Él venga y calme los vientos a nuestro alrededor.
La paz es algo que tiene un sello 100% espiritual, viene del Dios Espíritu y no es comparable, no es equiparable a nada de este mundo, de hecho la Biblia misma describe a la paz como un fruto del Espíritu, que viene antecedido por el amor y el gozo, es decir no aparece sino hasta que hayamos dejado que Dios ponga en nosotros una capacidad de amar como Él ama y de gozarnos en su presencia, luego tendremos paz, pues confiaremos en Él, sabiendo que está en verdadero control de toda situación por la que pasamos y que vamos en el mismo sentido y al mismo ritmo que Él.