Es curioso, pero constantemente tenemos una mala imagen de quien es la palabra de Dios, pareciera que todo el tiempo pensamos en ella como algo que nos va cuarta nuestra manera de vivir, es decir un libro lleno de restricciones y prohibiciones, un libro anticuado y aburrido, pero es más lo que opinamos acerca de ella que lo que en realidad conocemos y además nos queda esa “espinita” de por qué los que la leen se “clavan” y se interesan tanto en ella?, le ha sucedido?
La respuesta es de lo más sencillo, la palabra de Dios no es un algo, sino un alguien, está viva y tiene personalidad, es cierto que a muchos les cuesta trabajo entender esto, pues no es algo “normal” para el mundo en el que vivimos, pero es algo completamente cotidiano en el mundo donde Dios habita.
Esto es tan sencillo como aprender a creer acerca de nuestra naturaleza, para muchos, el pecado es algo natural en ellos, pues es algo que viene de su interior y “lo sienten” y por eso tienen una tendencia hacia las cosas que la Biblia considera como pecado, pero pocas veces se ponen a pensar que las enfermedades también viven adentro de nuestro cuerpo y sin embargo no son naturales en nosotros, por el contrario, son ajenas y la combatimos con vacunas que no son otra cosa que enfermedades vivas que introducimos a nuestro cuerpo de manera que sea nuestra naturaleza quien las combata desde adentro.
Por tanto, podemos entender que lo natural en nosotros es ser buenos, pues Dios nos creó a su imagen y semejanza, pero hemos dejado que el hábito de la vid cotidiana nos confunda y nos enrede de modo que dejemos de lado nuestra naturaleza y usemos una naturaleza ajena, que viene de nuestro adversario.
Así nos sucede con la palabra de Dios, en el momento que dejamos que esta entre en nuestra mente y en nuestro corazón, su efecto es vivificante, empieza a remover todo en nosotros y nos empieza a revelar de nueva cuenta quienes somos, nos empieza a despertar y nos permite retomar nuestra naturaleza a la imagen y semejanza de Dios, a la vez pone delante de nosotros las opciones del Reino, para que las vayamos asimilando y adoptando una a una, es un proceso de enamoramiento y no un acto de imposición, Dios es un caballero, Él no entra a donde no le invitan y no se impone en donde no se le haya dado autoridad.
Pero lejos de opinar acerca de la Biblia, nos es necesario que la conozcamos, y sobre todo que le creamos a lo que ella habla de sí misma, note como la cita de hoy nos enseña que ella es viva y eficaz, es decir tiene un afecto no bueno sino idóneo para nosotros, no nos da cosas, sino desata en nuestro interior la naturaleza necesaria para que vivamos de una manera acertada y no adivinando, nos da una visión de nuestro hoy y de nuestro mañana y toma las cosas buenas de nuestro pasado para usarlas como fundamento, pero sobre todo nos da una identidad que no depende de las circunstancias.
Dice que es más cortante que una espada de dos filos y esto no quiere decir que para donde nos hagamos nos encuentra y que siempre tiene algo que corregir en nosotros, nada de eso, quiere decir que es una espada de sacrificio, así como la que se usaba en el altar del Templo del Señor en Jerusalén, una espada que separa eficazmente lo puro de lo impuro, de manera que no da pie a confusión, de modo que siempre sepamos diferenciar entre la voz de Dios y la de nuestros pensamientos, no es bonachona, sino tajante, pero a la vez emocionante.
Muchos toman la palabra de Dios como opcional, pero ella dice de sí misma, que una vez que la conocemos, ella entra hasta las coyunturas, de modo que hasta nuestra manera de caminar es afectada y enderezada por su efecto, si lo nota de opcional no tiene absolutamente nada.
Por último y aunque ya lo habíamos mencionado, separa lo bueno y lo malo de los pensamientos y los sentimientos que tenemos, para que los filtremos y los usemos para beneficio del Reino de Dios y que cada uno de ellos tengan un propósito.
Esto no nos da a entender más que aquel que vive sin la palabra de Dios, está destinado a vivir a la deriva, víctima de sus pensamientos y sentimientos, a vivir una vida circunstancial y no una vida con plan y con propósito, la palabra es el mejor consejero que podemos tener, pues es alguien que no habla otra cosa que verdad, sabiduría y amor, ella vive para darnos vida y es el mejor regalo después de la salvación que Dios nos pudo haber dado.
Yo lo reto esta mañana a que pruebe, déjese conquistar por la palabra de Dios, tome una Biblia y comience en la primer página y no se detenga hasta haber llegado al final y permita que el Dios Todopoderoso se manifieste a usted en vida por medio de lo que lee, deje que la palabra le cambie la visión que tiene acerca de ella, de Dios e incluso de usted mismo y verá como lejos de ser algo aburrido, se convertirá en alguien que le inyecte vida a sus días y los hará eternos en efecto.