A lo largo de los años, el orar se he convertido en un acto de incertidumbre y en un acto de desahogo, ciertamente vamos a expresar nuestras preocupaciones a ese lugar que llamamos “intimidad” y ciertamente salimos con la ilusión de que Dios nos responda, pero pocas veces salimos de ahí confiados, pero, qué es lo que Dios nos dice acerca del tiempo de oración?
Lejos de lo que muchos creen el tiempo de oración es un tiempo especial, pues es donde se fomenta la esperanza y es en donde aprendemos a confiar en Dios, obvio, todo depende de quien sea quien hable durante ese tiempo, es decir, si somos nosotros quienes vamos y hacemos de nuestra oración un monólogo, un diálogo ó bien un tiempo de instrucción.
Yo lo entiendo de esta manera, qué sentido tiene que vayamos a decirle a Dios lo que nosotros ya sabemos y lo que Él también ya sabe?, por qué no llenar nuestros oídos y nuestros corazones de una visión para el futuro y de instrucciones específicas de lo que habremos de hacer para estar a la altura y listos para cuando se cumpla eso que Dios ha sembrado en nosotros, es por eso que nuestro tiempo de oración es el tiempo en el que habremos de aprender a escuchar a Dios y con ello se convertirá en el mejor de los tiempos, lejos de lo aburrido y tedioso que es para muchos.
Es cierto que a muchas personas les cuesta trabajo el siquiera pensar en escuchar a Dios pues no tienen una visión acerca de ello y no se imaginan siquiera de lo que Dios les pudiera hablar que no fueran sus problemas, sus carencias y las cosas que les angustian, pero afortunadamente para eso Dios mismo nos dejó su palabra, para que supiéramos qué hacer y en qué perseverar.
La cita de hoy nos dice que todo lo que habremos de hacer es el pedir y se nos será revelado todo aquello que Dios tiene planeado hacer en nosotros, pero que no tiene que ver con cosas cotidianas ni simples, por eso nos específica que serán “secretos sorprendentes”, en otras palabras cosas que ni nos imaginamos y que van más allá de nuestra visión y entendimiento, de modo que no las habríamos podido imaginar nosotros.
En otras palabras, hay personas que dicen que es importante vivir cada día como si fuera el último, pero eso conlleva a muchos riesgos, pues nos haría vivir con remordimientos y arrepentimiento de lo que no hicimos, pero con esta cita, Dios nos enseña que podemos vivir cada día como si fuera el primero y nos garantiza siempre cosas nuevas y sorprendentes, de manera que vivamos la adrenalina de ser hijos de Dios y no solamente parte de una iglesia.
Yo le invito a cambiar su manera de orar, deje de lado el monólogo que siempre lleva y ocupe su tiempo de intimidad a descubrir a Dios en medio del silencio y a escuchar esa voz que siempre ha estado ahí y que contiene los secretos del universo.