Uno de los detalles de la fe, es que en la mayoría de los casos, la fe es relativa y no lo es porque Dios así lo diga, sino porque así la hemos hecho, es decir, todos o la gran mayoría creemos las cosas de Dios y acerca de Él de acuerdo a como nos conviene.
Es interesante pensar que muchas personas tienen la falsa creencia de que cuando todo está bien, las cosas “deben” de estar bien con Dios, pero curiosamente es cuando todo está bien que la mayoría no se acuerda de Dios y no tiene una relación tan intensa con Él como cuando las cosas se ponen color de hormiga.
Es justo de eso de lo que habla la cita de hoy, habla de aquellos que en tiempos de angustia vienen delante de Dios y le llaman “Señor, Señor!”, como si siempre lo hicieran y de repente pretenden que el más mínimo esfuerzo en su fe tenga resultados extraordinarios, pues al fin y al cabo tienen fe y la fe mueve montañas, que no?
Pero la fe no tiene que ver con lo que queramos, sino con lo que creemos y no podemos creer solo cuando estamos en apuros, pues si así hacemos, nos perdemos la parte más emocionante de Dios y eso es un gran error.
Por eso Yeshúa (Jesús) nos lo dejó más que claro “aquel que me ama, me obedece” (Juan 14:15), no podemos decir que amamos a Dios si no le obedecemos y creo que está demás el decir que el portarnos “bien” no es obedecer a Dios, ya que afortunadamente nos dejó una serie de cosas por escrito que tenemos que hacer (entre ellas la gran comisión contenida en Marcos 16:15-18) y si no lo practicamos a diario, difícilmente podremos decirnos enamorados y en una estrecha relación con Dios y más difícilmente veremos sus efectos y los de su Reino en nuestra vida.
Lo más interesante del asunto es que la gran mayoría de las cosas que necesitamos en nuestro diario vivir, tales como la economía, la salud y muchas otras cosas, no requieren de la intervención divina de Dios, sino que están establecidas y garantizadas para aquel que obedece, para que de esa manera podamos vivir con paz, es decir con la certeza de que Dios y su Reino están de nuestra parte y podamos entonces empezar a vivir para el Dios al que decimos amar, pues vivimos libres de preocupaciones gracias a sus promesas cumplidas por medio de nuestra obediencia.
El detalle está en creer, ya que al conocer la palabra de Dios y el estar conscientes de que la palabra es verdadera y que es íntegra, es decir que no hay tales cosas como un Antiguo Testamento caduco (en realidad eso solo lo opinan quienes no han leído la Biblia), sino que la palabra hace sentido de principio a fin y que es completamente coherente, una vez que estemos no convencidos, sino que simplemente creamos, entonces no habrá montaña que se nos ponga enfrente que no podamos mover por medio de la fe y viviremos no tranquilos, sino en paz.
Otra de las cosas que no creemos y que nos cuesta trabajo integrar a nuestra fe es que Dios es el Dios de los ejércitos y nosotros, somos parte de esos ejércitos, por lo que nuestra vida estará llena de batallas (no de luchas, de batallas), en las cuales dejaremos claro todo el tiempo quien es el Dios del Universo y que somos nosotros a quienes envió a establecer su Reino en esta tierra, hay quienes creen que la respuesta de Dios es tener tranquilidad (ausencia de problemas), pero no la Biblia nos promete persecución, nos promete tribulación, pero también nos promete que ninguno de estos nos afectará, debido a que Dios ha puesto previamente en nosotros la capacidad de salir avante y garantes de cada una de estas situaciones, pero en realidad, todo depende de que lo creamos, no de que sepamos como, sino de que simple y sencillamente, lo creamos.
Ahora entiende por qué es que Dios nos reclama que no le obedecemos?, normalmente nuestras oraciones son completamente opuestas a lo que Él espera de nosotros y lo que nos ha prometido, Él espera vencedores llenos de victorias y nosotros oramos por ser víctimas que no se esfuerzan y de las cuales Él libra de sus problemitas, Él espera conquistadores que ganan terreno día a día y nosotros pedimos una vida libre de problemas, aunque sea poco pero que no nos falte, se da cuenta que no hace sentido?
Es por eso que el tener fe, debe de tener un fundamento, y ese fundamento no es otra cosa que la palabra de Dios, es más fácil creer en lo que está escrito, que andar batallando día a día con las cosas cotidianas que no sabemos si sucederán, no lo cree?