El poder tener una verdadera fe es una de las cosas más emocionantes que existen, ya que no tenemos nada con qué comprobar lo que decimos pero habita en nuestro interior una certeza que no se compara con nada sobre este mundo, simplemente sabemos lo que ha de suceder y no habrá nada que nos haga dudar ni cambiar de opinión y luego el cumplimiento de eso que sabemos es glorioso, pero desafortunadamente pocos experimentan el tener una fe verdadera y certera, por qué es esto?, es sencillo y se lo voy a explicar.
La Biblia nos enseña en Hebreos 11:1 que la fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, pero si lo nota dice “certeza» y no “esperanza”, existe una diferencia abismal entre ambos términos, ya que uno radica en la seguridad de algo y el otro en el deseo de algo, entonces entendemos que la fe viene de lo que sabemos que Dios va a hacer y eso solo lo sabremos si estamos en constante comunión con Él y con su palabra, pues es de lo que sale de la boca de Dios de lo que podemos tener una seguridad y en lo que podemos basar nuestra fe.
Que interesante, pensar que la Biblia nos enseña que todo lo que ha sido hecho, lo fue por la palabra de Dios, es decir, para que algo suceda, primero tiene que salir de la boca de Dios y luego podemos tener fe en ello, por tanto, aquel que tiene fe en algo que no ha consultado con Dios, solo pierde su tiempo y está jugando a las adivinanzas con Dios, que terrible!
Más interesante aún es el hecho de que Dios asegura habernos hecho a su imagen y semejanza, por tanto todo aquello que nosotros querramos hacer, tenemos que hacerlo con el método de Dios, primero tenemos que decirlo (declararlo) y luego las puertas se abrirán para que suceda, es por eso que la Biblia nos enseña que en nuestra boca está el poder de la vida y de la muerte, ya que depende de lo que hablemos, lo que habrá de suceder en nuestra vida.
El detalle es que no se trata solamente de decir algo para que suceda, sino decirlo como Dios lo dice, entendiéndonos a su imagen y semejanza, es decir, reconociendo nuestra necesidad de santificarnos (apartarnos) para Él y para poder habitar en su constante presencia, para poder disfrutar en esta tierra los beneficios del Reino de los Cielos que podemos traer a donde vayamos.
Es interesante, no?, aun en este momento en el que estamos leyendo acerca de Dios, lo hacemos sin la consciencia de que está con nosotros, ya que es omnipresente, aun aseguramos que nos hemos alejado de Él, como si se pudiera, por tanto vivimos con nuestro radar espiritual inactivo y sin la consciencia de Dios, es por eso que en vez de orar, solemos pedir y todo el tiempo pedimos cosas que no sabemos si habrán de suceder, porque no nos entendemos en la presencia de Dios y por ello no entendemos que el estar en su presencia, nos provoca regresar a nuestro estado natural a su imagen y semejanza.
Esto se lo digo por lo siguiente, muchas veces, por no decir casi todo el tiempo hablamos como si Dios no estuviera presente, por tanto nos atrevemos a manchar nuestras bocas con malas palabras, con maldiciones, con chismes y aun comentarios impropios, y posteriormente pretendemos que esa misma boca adore a Dios y provoque bendiciones y cosas buenas, pero que acaso el contenido de nuestras palabras no se mancha a causa de la suciedad contenida en nuestra boca?, claro que lo hace!
Es justamente por eso que la Biblia nos enseña que de una misma fuente no puede salir agua dulce y agua salada, para poder orar adecuadamente necesitamos ir a la presencia de Dios y reconocer que hemos vivido y actuado de manera inadecuada y ante la incapacidad de hacerlo diferente, ser perdonados y limpiados por Yeshúa (Jesús) y ahora siendo regresados a nuestro estado natural y an completa santidad, hablar lo que escuchamos de Dios y con el poder del Espíritu Santo en nosotros, para que sea la santidad de nuestra boca la que nos permita trastornar al mundo con nuestras palabras y transformarlo como hemos sido llamados a hacer.
Lo nota?, no es que Dios tenga que hacer cosas en nosotros, Él ya lo hizo todo, incluso dio su vida en la cruz por nosotros, es ahora nuestro papel el hacer lo que nos corresponde, comenzando por hablar adecuadamente y con la santidad de nuestra boca, para que nada de lo que anhele nuestro corazón nos sea negado y podamos vivir una vida gloriosa como Dios lo planeó para nosotros y nos estamos perdiendo por pretender que nuestra fuente pretenda emanar 2 tipos de aguas diferentes.