Por alguna extraña razón, las personas tienen una fuerte necesidad de mostrar a otros su bondad y tienen la constante necesidad de validar con otros lo que según ellas no se nota a primera vista, como nuestra relación con Dios por ejemplo.
Cuando pienso en ello, irónicamente me viene a la mente ese famoso dicho que reza “dime de qué presumes y te diré de que careces”, el cual obviamente no aplica en todos los casos, pero a veces deja ver esa necesidad que viene del corazón de las personas y que aunque parece simple es trascendental para todos.
Teniendo muchos años de consejero detrás de mi y ahora siendo Pastor, pasan por mis manos decenas de personas cada semana y muchas de ellas tienen un objetivo en común, buscan la “receta secreta” de como tener una buena relación con Dios y como asegurar su favor, de manera que cada vez que tengan necesidad de orar, aseguren salir con las manos llenas y y poderlo mostrar a los demás.
Desafortunadamente para estas personas, no existe tal receta, ya que a Dios no le interesa darnos las cosas que queremos o necesitamos, a Dios le interesa tener una relación bilateral con nosotros, que le obedezcamos y que todos los beneficios del Reino nos sean dados por entendernos como parte de Él y no solo para complacernos y hacernos sentir bien.
Debemos de entender que jamás tendremos 2 encuentros iguales con Dios, por tanto una receta secreta no nos servirá en lo absoluto, ya que solo funcionaría en una sola ocasión, y esto lo podemos constatar en la Biblia misma, donde Dios nunca hizo dos milagros iguales, ni se encontró de la misma manera con los hombres que decidió poner como ejemplo, para que no nos equivocáramos.
Aunque parece ilógico, existen personas que creen haber estado en la presencia de Dios y en muchas ocasiones estas personas acuden a todo tipo de autoridades espirituales para que validen estos encuentros y por medio de la aprobación de estas autoridades, ahora pueden decir que efectivamente estuvieron ahí, pero, como pueden estas autoridades constatar esto si no estuvieron ahí?
No importa durante cuanto tiempo hayamos sostenido una relación con Dios, esta es y sigue siendo individual y personal, nadie puede intervenir en ella, nadie puede opinar sobre ella y nadie se puede meter entre nosotros y Dios, de modo que nadie puede validarla, y si nosotros no estamos seguros de que estuvimos en la presencia de Dios o no, y no podemos asegurar si fue Él quien intervino en nuestros asuntos, lo mas probable es que no lo haya hecho y que no hayamos estado ahí, pues Dios no es alguien que nos dejaría con la duda, por el contrario, su huella es siempre innegable.
Piénselo de esta manera, Dios dio una nueva ley a los Israelitas, de modo que aprendieran a vivir de acuerdo a ella y pudieran regresar al estado próspero y abundante con el cual Dios los favorecería, de modo que tenía que asegurar que todos supieran que era Dios quien enviaba a Moisés con esa ley y que no era un invento de Moisés para controlar a los Israelitas.
De modo que Dios dejaba una señal muy evidente en Moisés cada vez que tenían un encuentro, la piel de su rostro resplandecía, como nunca nadie más lo pudo hacer por su cuenta, y de esa manera, nadie podía negar el encuentro que el Padre y su amado habían tenido.
De aquí hay que tomar en cuenta 2 cosas importantes, primero, cada vez que nos encontramos con el Padre, no vamos a que nos dé cosas, vamos a recibir instrucciones, es decir, la mejor evidencia de que estuvimos con Él, es que salimos de ahí con un propósito, y segundo, cuando estamos con el Padre, inevitablemente lo vamos a reflejar a Él, pues el estar expuestos a su luz tiene un efecto tanto espiritual como natural.
Por tanto, si está usted anhelando encontrarse con Dios, tiene que tener en cuenta estos 2 factores, el salir con un propósito y el que tiene que reflejar a aquel con el que estuvo, de esa manera, no tendrá jamás la necesidad de que nadie valide su fe, su relación con Dios ni su estancia en su presencia.