Una de mis citas favoritas en la Biblia es Proverbios 29:18 que dice “El pueblo que no tiene visión, camina errante” y sabe, es una de las cosas más fáciles de identificar cuando las personas vienen en búsqueda de ayuda ó buscan un consejo, el hecho de saber si tienen una visión ó andan errantes buscar cómo recibir “algo” de parte de Dios.

Esto que le digo no es del todo malo y es más común de lo que imaginamos, de hecho Dios lo plasmó en la Biblia para ponerlo como referencia, ahí está el caso de Jacob quien quería ser bendecido a toda costa, pero no tenía una visión de para qué le serviría el ser bendecido ni de cómo la bendición que viene de Dios no solo nos benedificia, sino que Dios la va a usar para que le honremos con ella y por medio de ella, y no fue sino hasta que le quedó clara la visión, que Dios verdaderamente le bendijo.

Una cosa es querer algo, otra cosa muy diferente es creer en ello, es decir, a cualquiera le gustaría tener un coche, hay quienes lo quieren y hay quienes creen que un coche haría su vida mejor y más sencilla, nota la diferencia?, a lo mejor muchos asumimos que un coche es parte de nuestra vida cotidiana, pero pocos meditan acerca de la verdadera necesidad de tenerlo y todavía aún más pocos entienden un coche como parte del modus vivendi de nuestro tiempo y como parte de la identidad de cualquier persona, obvio esto es solo un ejemplo de muchos que podría poner.

Así mismo hay personas que dicen creer en Dios, pero no le creen a Dios, ignoran su palabra y le toman como un “comodity”, es decir, algo lindo y probablemente bueno, pero no del todo necesario, pues “ya no se usa” ó “suena religioso” ó qué sé yo tantos argumentos que tenemos.

Pero la Biblia está llena de ejemplos de quienes no se conformaron con pensar que Dios “por algo” hace las cosas y decidieron aferrarse a la palabra y a no desistir hasta no ver la palabra misma cumplida en sus vidas, el mismo ejemplo de Jacob describe que se encontró cara a cara con el Ángel de Dios (el Espíritu Santo) y se aferró a él y le dijo “no te soltaré hasta que no me bendigas y no solo fue bendecido, sino que le fue cambiado el nombre y con ello su identidad, pasó de ser “el engañador” a ser “el que peleó con Dios y triunfó” y su nombre le sigue dando identidad al Pueblo que salió de él hasta el día de hoy, Israel.

Es justo ahí donde podemos tener deleite en la palabra de Dios en el saber que si es una promesa de parte de él y cumplimos la condición de la misma, no habrá nada, absolutamente nada que se interponga entre nosotros y su cumplimiento, pero si depende de cuan conscientes estemos de la promesa y cuanto nos aferremos a ella, ó si simplemente es algo que nos gustaría, pero que no estamos dispuestos ni a profundizar en ella ó a pagar un precio.

Me emociona mucho leer citas como la de hoy me encanta como el salmista lo dice tan fuerte y tan sencillo que la piel se eriza, no? El salmista simplemente dice “me aferro” y con ello entiende que la autoridad, el poder y el amor de Dios son parte de su vida.

Con esto no le digo que tiene que leer la Biblia de pasta a pasta en una semana, pero sí le animo a que lo haga sin detenerse, esa es una manera de aferrarse a Dios a no dejar de descubrir en su palabra el motivo para aferrarse a Dios y a no solo tener una relación “cómoda”, sino que sea algo a lo que aspiremos y vayamos creciendo hasta aferrarnos, démosle oportunidad a Dios de que nos enamore, al grado que no podamos vivir sin él ni su presencia en nosotros.

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