Creo que una de las cosas que más me pueden llegar a frustrar en mi ejercicio de la fe es cuando las personas se acercan a mi y me dicen “tú que estás más cerca de Dios”, y no es por el hecho de que puedan pensar que tengo una mejor relación con Dios ó por el hecho de que les pueda ayudar, sino por el hecho de que en automático estas personas se están descartando a sí mismas y se ponen a sí mismas en una posición ajena a aquel Dios que lo dio todo por ellas y lo hizo todo por ser cercano, al grado de ser íntimo y uno mismo con ellas, lo ha pensado?

Lamentablemente la iglesia tradicional se ha encargado de hacer del Dios de amor un dios de requisitos y un dios de mitos, al grado que la idea de acercarse a él, se ha vuelto un asunto de tedio y un asunto de apatía a causa de la idea de requisitos que solo existen en la mente de las personas y que sin darse cuenta las hacen ajenas a Dios pero solo en su mente, pues Dios nos dice que es cuando más pecamos y cuando más mal estamos que es el mejor de los momentos para acercarnos a él y permitirle que transforme nuestro corazón.

Las personas crean heridas considerables en sus corazones con el puro hecho de tener mitos acerca de quien es Dios y acerca de las cosas que las alejan de él, las personas se alejan de la iglesia por tener ideas acerca de la manera que habrán de comportarse en presencia de los demás y de los requisitos que habrán de tener que cumplir para poder ser aceptados y crean toda una barrera en su corazón que no hace más que herirlas y ponerlas en una posición a la defensiva constante.

Pero Dios nos dice que las cosas son completamente distintas y es justo por eso que anhela habitar en nuestro corazón, de manera que lo que pensamos y sentimos cambie y de que su relación con nosotros no tenga requisitos y no tenga intermediarios sino que la transformación que suframos, sea un proceso leve, agradable, emocionante y de constante dinámica, nada rutinario ni nada aburrido, pero es responsabilidad de cada uno de nosotros el darle entrada a nuestro corazón y el atrevernos a descubrir al Dios de la Biblia en nuestra vida cotidiana y su efecto en nuestro alrededor que será transformado a causa de nuestra apertura al efecto del Reino de los Cielos.

Si lo hacemos de esta manera, descubriremos que el haber hecho las cosas a nuestro propio modo, era más complejo, más cansado y mucho pero mucho más desgastante que el permitir que el Dios que ya lo hizo todo, nos lo revele no en nuestras mentes, sino en nuestros corazones y nos llene con esa voz que para muchos es difícil de escuchar, pero que en realidad es inevitable perderse cuando aceptamos la verdad del cielo y dejamos a un lado los mitos y las realidades de los hombres y las cosas que nos dijeron.

Si lo observamos detenidamente, repelemos el efecto de los hombres en nuestro concepto de la fe, pero pocos se han atrevido a intimar con Dios directamente, para que su corazón de esta manera sea moldeado al grado de ser inofensible e incapaz de ser herido, de manera que lejos de ir a la iglesia a recibir ó a aprender algo, vayamos a llenarnos de aquello que vamos a dar en abundancia.

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Un comentario

  1. Maru Ruiz

    Excelente articulo, motiva a reflexionar sobre el tema. Estamos tan cerca y tan lejos de él….