Uno de los asuntos más difíciles de entender para muchos en los asuntos de fe es que la fe no es algo individual y no es algo personal, la fe es un asunto de comunidad, pues el fruto más evidente de que se tiene fe es el hecho de que podemos y sabemos vivir en comunidad y que lo que Dios hace en unos beneficia a todos los demás.

Curiosamente queremos orar en silencio y donde lo que hablemos con Dios sea solamente entre Dios y nosotros, mientras la Biblia nos dice que nos es necesario confesarnos los pecados los unos a los otros y que solamente de esa manera nuestra oración tendrá poder, pues el confesarnos nuestros pecados nos hace juntos, pues no solo el Espíritu de Dios nos pone en una posición de transparencia que nos permite confesar y declarar nuestro pecado, sino que además de esto, nos da la capacidad de orar los unos por los otros sin la necesidad de juzgarnos ni opinar acerca de la vida de los demás a pesar de lo que podamos escuchar en sus confesiones.

Como se lo he comentado en otras ocasiones, una de las primeras cosas que el Espíritu de Dios nos habla es el darnos una visión de modo que cuando nos enfoquemos en el cumplimiento de esa visión, entenderemos cómo es que los demás quienes nos rodean juegan un papel primordial y trascendental en ella, de modo que aprenderemos a celebrar los avances que hagan en su fe y a esperar pacientes a que pasen por los procesos de transformación provocados por Dios en sus vidas.

Es justo ahí donde aprendemos el hecho de que somos un mismo cuerpo, cuando entendemos que nuestras vidas están diseñadas como un engrane, donde nuestro propósito depende del propósito de quienes nos rodean, donde aprendemos a ver que lo que Dios está haciendo en nosotros tiene que ver directamente con lo que está haciendo en la vida de nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestros colegas y los que nos rodean directa e indirectamente, no hay casualidades ni “dioscidencias” en el Reino de los Cielos, todo es parte de un plan perfectamente orquestado y que es perfecto, aún en el tiempo de ejecución, pues Dios sabe cuanto habremos de tardar cada uno de nosotros en ponernos al día con ese plan, increíble, no?

Parte del proceso que todos debemos de pasar para alinearnos los unos con los otros y es parte del proceso emocionante del Espíritu de Dios, es el hecho de enderezar lo que sale de nuestras bocas, que por lo general tiene que ver con maldición, muerte y sobre todo mediocridad, de modo que el Espíritu de Dios va a empezar a cambiar lo que hay en nuestro corazón pues de ahí mana todo lo que decimos y hablamos, hasta que empieza a notar que nuestra boca deja de hablar mentiras y deja de opinar acerca de los asuntos de Dios y de los asuntos importantes de la vida y empieza a hablar de acuerdo al Reino de Dios el cual conoce cara vez más, hasta que nuestra boca es un instrumento de bendición y parte de un engranaje perfecto.

Nota la importancia de esto?, es interesante pensar que normalmente hablamos de fe y de Dios pero lo hacemos individualmente y lejos de hablar a favor de las verdades de Dios, solemos solo justificar nuestra vida y avalar nuestra mediocridad espiritual delante de los demás, pero el objetivo de Dios va mucho, pero mucho más allá, pues nuestra boca es el principal elemento de las cosas que Dios va a usar para enseñarnos a vivir en comunidad.

Le invito a que reflexione sobre esto, y a que medite en el hecho de que usted no podrá cambiar la manera en que habla ni la manera de tener fe en lo individual, lo que si puede hacer es el adoptar la visión de ello y pedirlo a Dios en oración y verá como en poco, Dios quien es fiel y quien no deja oración sin confesar, vendrá a su encuentro y le bendecirá hasta haber cumplido lo que la cita de hoy nos revela en promesa.

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