Una de las cosas más delicadas que podemos hacer y uno de los errores más comunes que podemos cometer es el atribuir cosas a Dios que no tienen que ver con Él, tanto buenas como malas, cómo lo he dicho en muchas ocasiones en este espacio, Dios no tiene una problema de autoestima y Dios no necesita que le “echen flores”, Él ya era antes de que el hombre pisara la tierra y no dejará de se a pesar de que nosotros nos esforcemos por demostrar lo contrario.

Y esto se lo digo, porque muchas veces las personas cometen el error de creer que Dios interviene en sus vidas cuando en realidad nunca ha sido parte de ellas, y esto por el simple hecho de que Dios es un caballero y no intervendrá en donde no es invitado y en donde no es hecho parte, así de sencillo y todo lo que nosotros hagamos y digamos con respecto a Él donde no ha intervenido, corremos el riesgo de recibir castigo por usar su nombre en vano.

Y esto se lo digo pues muchas veces cometemos este error, las cosas van “bien” y agradecemos algo que no es más que fruto de la buena suerte ó bien el favor de otros hacia nosotros y decimos que fue Él como si actuara misteriosa y anónimamente alrededor nuestro, siendo que no es así, pero peor aún, luego nos va mal y decimos también que fue Dios quien nos puso en una condición de desventura e incluso de prueba, de la cual nunca aprendemos nada y de la cual no salimos más que por medio del esperar.

La verdad es que normalmente vivimos solo las consecuencias de las cosas que hemos hecho con anterioridad, es decir, vivimos sembrando ya sea cosas a favor ó en contra nuestra y comemos de lo sembrado, no hay manera de engañar a Dios, sólo funciona de esta manera.

Si vivimos una vida que incluya a Dios tanto en oración, como en lectura y cumplimos con la palabra constantemente, las promesas que la Biblia tiene para nosotros serán nuestro diario acontecer, pero si hacemos lo que pensamos y lo que opinamos todo el tiempo, estaremos sujetos a las consecuencias de cada cosa que digamos y hagamos, así de sencillo.

Caminar de la mano de Dios es mucho, pero mucho más sencillo, sólo que a diferencia de lo que muchos creen, no es un ejercicio de “bendición” es un ejercicio de consciencia, es decir, un ejercicio donde tenemos que pensar todos los días en el mañana, pues dependiendo de lo que sembremos hoy, habremos de cosechar mañana, así de simple, esa es la desventaja de esta tierra, vivimos en un tiempo recíproco, pero es nuestra opción el vivir de acuerdo a las reglas del Reino de los Cielos, donde no solo la abundancia es una constante, sino la consciencia de como vivimos también, pues no recibiremos misteriosamente porque Dios “por algo” hace las cosas, sino que sabremos exactamente lo que nos espera, pues desatamos el favor y la gracia de Dios a favor del Reino en el que participamos constantemente.

Las personas se preguntan diariamente qué es lo que tienen que hacer para desatar la bendición en sus vidas e ignoran que todas las promesas de la Biblia tienen una condición, por tanto, sólo deben de escoger su promesa, cumplir su condición que siempre tiene que ver con el dar y esperar a cosechar dicha promesa, no tiene ciencia, es un asunto de Reino y no un asunto de coincidencia, ni de la voluntad de Dios.

Es por eso importante ver nuestro hoy, para entender lo que hemos estado sembrando, y asegurar que todo lo que sembremos de hoy en adelante, sea en el Espíritu y no en nuestra carne, de modo que mañana cosechemos de la misma naturaleza que nuestra siembra, así de sencillo, cómo ve?

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